sábado, 31 de enero de 2015

Visitando Doñana

Día 1: Acebo - Punta Umbría
El primer día del año 2015 llegamos a Huelva procedentes de Acebo en Cáceres, donde hemos pasado la última noche del año sustituyendo uvas por abrazos. Salimos sobre las 11:00 de la mañana rumbo a Huelva, conduciendo por la vía de la Plata donde pocos kilómetros antes de llegar a Mérida decidimos parar en un lugar que anuncian en la carretera y cuyo nombre nos atrae enormemente. Nos adentramos por una sinuosa carretera que tiene algunos tramos en bastante mal estado para llegar por fin a El Embalse de Proserpina, un espacio preparado para el baño en el caluroso verano extremeño y que ahora cuenta con un chiringuito abierto donde dan comidas con vistas al embalse. Aparcamos nuestra Manuelita frente al embalse y degustamos unos macarrones después de un breve paseo por las orillas y alrededores.

Playa El Calé
Siguiente parada Punta Umbría (Huelva) donde dormiremos en el parking del hotel Barceló junto al mar, como es invierno podemos estacionar sin problemas junto a un par de autocaravanas. Cuando nos levantamos descubrimos que estamos frente al mar, un sol radiante nos acompaña en el desayuno y salimos a caminar por la Playa de El Calé. Aquí mismo comienza el parque natural de Los Enebrales, una zona protegida de dunas móviles, sabinas, pinos, enebros, retamas... Se sitúa a lo largo de la costa y se puede visitar a través de unas pasarelas de madera que parten de la playa hacia el interior, es impresionante adentrarte y pasear por un pinar en plena costa.  Pasamos la mañana en la playa jugando, leyendo y disfrutando del sol hasta que llega la hora de comer.
Muelle de las Carabelas
Por la tarde nos dirigimos hacia La Rábida para visitar el muelle de las carabelas y el monasterio donde estuvo Colón, pero llegamos demasiado tarde y ha cerrado. El muelle de las carabelas nos gusta tanto que pasamos un buen rato subiendo en la Nao Santa María y en una de las carabelas, ya que la otra esta un poco deteriorada y no se puede entrar.
Completan el lugar una recreación de una barrio medieval con los oficios de la época, alfarero, panadero, herrero, tiendas de telas y de redes para barcos.
Lugar estupendo para aparcar y dormir en este parque con mucho espacio y zonas de aparcamiento, sin embargo no nos quedamos ya que aún es temprano y como al día siguiente queremos estar cerca de Doñana nos acercamos hasta Mazagón para dormir en el parking de la Playa de las Dunas.

Día 2: El Rocío - Parque Doñana
Paseo por la playa en Mazagón después de otro desayuno frente al mar y ponemos rumbo hacia Matalascañas y El Rocío. Intentamos ver el museo del mundo marino pero está cerrado así que nos desviamos hacia el interior para visitar la aldea de El Rocío, donde calles de arena y polvo le dan un encanto peculiar a este pueblo de casas blancas andaluzas, junto a la marisma del Rocío que pertenece al parque nacional de Doñana; la famosa ermita domina la marisma junto a un paseo que discurre por una de sus orillas para descubrir al final del pueblo un pequeño parque de acebuches, olivos salvajes de Doñana.

Casa del Rocío
Paseamos entre tiendas de souvenirs de la virgen, de botas de cuero, de trajes de faralaes, restaurantes y hermandades del Rocío, junto a algunos lugareños que se desplazan a caballo entre los turistas. Nos llama mucho la atención que en las casas y restaurantes hay un lugar reservado para atar a los caballos.
Después de comer abandonamos El Rocío para volver hacia Matalascañas donde a unos once kilómetros se sitúa el centro de interpretación del Acebuche de donde parten las excursiones por el parque nacional.

Llegamos al centro de interpretación sobre las 14:30 para pagar la excursión y que nos designen el jeep en el que vamos a viajar durante cuatro horas a través de los diferentes ecosistemas del parque. Llegamos a Matalascañas y cuando se acaba la carretera nos adentramos en la playa para pasar por unas cabañas de pescadores que ya estaban ahí antes de que el lugar fuera zona protegida por lo que son las únicas edificaciones aquí permitidas. El jeep abandona la playa y comienza la zona de las dunas móviles que se van tragando poco a poco a los pinos que se sitúan en lo que se denominan corrales, espacio entre una duna y otra. Primera parada de quince minutos para subir a una duna enorme y disfrutar del paisaje.

Después de cruzar el llamado camino de los peregrinos por donde discurren estos cuando van a la romería del rocío, nos encontramos con jabalíes y algún ciervo a lo lejos. Entre tumbos y baches nos acercamos a la marisma, flamencos, aves y jabalíes descansan en ella. a continuación la zona denominada de los cotos donde tenemos la suerte de ver un águila real y más jabalíes, ciervos y gamos que ahora parecen estar por todas partes. Segunda parada en el poblado de la Raya, vistamos unas chozas de pescadores, estiramos las piernas, vamos al baño y de nuevo al jeep para afrontar la última parte de la excursión. Vemos el palecete donde se hospedan los jefes de gobierno cuando visitan Doñana y salimos enfrente de San Lucar de Barrameda para volver treinta kilómetros por la playa entre gaviotas, cormoranes y ostreros. La puesta de sol es impresionante y un regalo antes de finalizar de nuevo en El Acebuche.
Muertos de cansancio nos dirigimos al Camping el Albergue situado en El Rocío, el único que encontramos abierto en la zona.

Día 3: Palacio del Acebrón - Cuesta Maneli
Acantilado de El Asperillo
A dos kilómetros del Rocío se encuentra otro centro de interpretación del parque, el Palacio del Acebrón, reconvertido en centro de información de las gentes y costumbres de Doñana, sus oficios y su manera de vivir. Pequeño paseo por el jardín que rodea al palacio y por el estanque antes de salir de nuevo a la carretera que dirección Huelva nos lleva hasta un lugar llamado Cuesta Maneli. Aparcamos a Manuelita y a través de un sendero de tablas de madera llegamos en unos veinte minutos a una playa virgen, preciosa y solitaria en el Acantilado del Asperillo. Pasamos unas dos horas en este paraje tan impresionante para comer en la furgoneta y dar un último paseo por la playa en Matalascañas.
Playa en el Asperillo
Gastamos los últimos rayos de sol paseando por la playa entre gente que coge coquinas, gaviotas y olas que nos van mojando los pies mientras el sol en el horizonte va cayendo hacia otras moradas. Dejando que el sol de invierno nos de en el rostro, aspiramos por última vez el olor a mar y nos llenamos con sus sonidos, ya finalizada la tarde y nuestra estancia en Doñana. Iniciamos la vuelta en dos etapas, esta noche llegaremos a Trujillo donde dormimos para continuar a la mañana siguiente hacia Madrid.

Matalascañas





miércoles, 21 de enero de 2015

Hallowen en el Hayedo de Tejera Negra

El 31 de octubre preparamos nuestra Manuelita y salimos rumbo al Hayedo de Tejera Negra en Guadalajara. De camino paramos en Riaza, para hacer unas compras de comida y un cazo que se nos había olvidado, y descubrimos una preciosa plaza porticada llena de comercios y locales de restauración a la que van a dar un entramado de calles peatonales con suelos y casas de piedra; compramos una chapata y unas tortas de anís hechas en un horno artesanal para seguir viaje.

Riaza
Atravesando la ruta de los pueblos rojos viajamos a través de casas construidas con piedra roja que van tiñendo el paisaje de fuegos y ocres del otoño, la arcilla y la madera empleada en la construcción de estos pueblos es la responsable. Abandonamos Segovia para adentrarnos en tierras de Guadalajara a través de un paisaje de molinos de viento modernos donde la carretera se va dibujando entre las sombras de las aspas en movimiento.
Dejamos un par de pueblecitos y paramos a comer en Villacadima, pequeña aldea con una iglesia románica cuya puerta mudejar es realmente bonita.
Unos bocadillos de jamón elaborados con la chapata y regados con un buen vino verdejo se convierten en nuestra comida. Lo mejor de esta parada el paisaje, el sol que te llena de luz y de vida, la tranquilidad en medio de la nada observando las vacas que pastan a nuestro alrededor sin inmutarse. Un cafetito en Manuelita con tortas de anís y seguimos camino hacia el Hayedo situado a las afueras de Cantalojas.
En unos quince minutos llegamos a la entrada del parque natural donde nos paran para anotar la matrícula e informarnos de que podemos entrar sin reserva al Hayedo al día siguiente si llegamos entre las 8:30 y las 9:00 de la mañana. Decidimos entonces aparcar la furgoneta en ese parking y como son las cuatro de la tarde damos un paseo por una pista forestal hasta un puente de pizarra que cruza el río Lillas, volvemos sobre las 18:00 a Manuelita donde nos quedamos a pasar la noche, tarde de lectura, escritura, música y sustos de Hallowen.

Puente de pizarra sobre río Lilla
El día 1 de noviembre pasamos el control del parque a las 8:30 y después de conducir los ocho kilómetros que nos separan del inicio de la ruta por el Hayedo, un buen desayuno y a caminar durante unas tres horas que dura el recorrido. Apenas hay en el parking tres coches así que prácticamente estamos solos en el Hayedo.

Cuando llevamos una hora caminando nos damos cuenta de que hemos entrado en un bosque de hayas, parece que estamos ante una postal típica del otoño, todo a nuestro alrededor son tonos rojos y marrones con algún amarillo de las hojas de los árboles que alterna con el color cobrizo del ambiente, un manto rojo de hojas cubre el cauce del río y lo tapa por completo mientras vamos siguiendo su curso y ascendemos hasta llegar a una pradera con unas vistas espectaculares donde hacemos una parada para reponer líquido y alimentos mientras que la vista disfruta con la naturaleza.
Continuamos por el sendero disfrutando del hayedo y de sus colores tan sorprendentes hasta volver de nuevo al parking desde el que iniciamos la ruta. Son las doce de la mañana y hordas de turistas comienzan a llegar para iniciar la ruta, algunos incluso empezando por el final, suponemos que con la intención de encontrar menos gente.


Comemos de camino hacia Riaza pasando de nuevo por los pueblos rojos concretamente entramos en Madriguera donde todas las casas del pueblo mantienen la misma hechura en piedra arcillosa de color rojo con madera oscura en los balcones y las puertas. Como la noche pasada fue noche de difuntos algunas casas aparecen decoradas con calaveras, brujitas, calabazas, farolillos y telas de araña. Visita obligada al pequeño cementerio que rodea la iglesia y abandonándonos por las callejuelas de Madriguera llegamos al frontón donde los niños juegan en unos columpios y la gente del pueblo aprovecha los últimos rayos de sol.
Madriguera
Álvaro y Eva en Madriguera